27/11/16

- CRACIA PROSOCIAL







LA TECNOCIENCIO - CRACIA PROSOCIAL


Dentro del pluralismo tolerante de una aceptable vida comunitaria, existen unas posibilidades con probabilidades de gobernanza a las que habrá que pretender —aun cuándo suenen a posiciones de impureza democrática, si es que alguna vez hubo aquí pureza— por el hecho de ser convenientes por necesarias.

Así, la tecnociencio - cracia  —un sistema que defendiera el influjo de lo tecnocientífico en el ejercicio del poder— debería ser, junto a otros criterios prosociales, el tándem a desarrollar para el complejo arte —destinado a ser ciencia, tecnociencia— de la convivencia.

Y es que los políticos de las ideas —los de las derechas, los de las izquierdas, y los del centro, que se autoemplean como fiel de los otros dos— intentan normalizar unas comunidades sobradas de rigidez o de flexibilidad para el grueso de los ineluctables sociales humanos.

Por ello, la carta magna de una sociedad debería estar fundamentada mediante unas reseñas articulares redactadas sobre una base material de esencia prosocial, entendiendo por prosocial toda conducta que es positiva acción o intención diestra que no es dañina—, que no incomoda la homeostasis/homeorresis y que favorece también al Otro con independencia del propio beneficio (no necesariamente altruista ni filantrópica).
Esta carta magna debería ser escrita y argumentada por tecno - científicos sabios.

Aulo Pila




17/11/16

VEJEZ. REFLEXIÓN I.

NOS QUEDA POCO TIEMPO DE VIDA


Bien ganada o mal ganada, la vejez aguarda desde que nacemos o, mejor dicho, desde antes que nazcamos. En nuestros genes —en nuestro genomagerontogenes y telómeros ya perfilan los rasgos del temporal porvenir que como seres vivos animales humanos podemos presentar durante la existencia.

Si a seniles llegamos, una cosa lograremos inequívocamente: tendremos la oportunidad de saber de algo que requiere una variable esencial llamada tiempo. Sabremos —de ser prudentes— por sentir experimentando, por tener adecuadas capacidades primigenias y por conseguir —poco a poco— una neurogénesis y neuroplastia idóneas (muy dependiente de las circunstancias) para adentrarnos en el no tan abundante mundo del conocimiento sabido.

A veces pensamos —gracias a un sentimiento vicariante pero distinto— que el hecho de empezar a saber, de ser prudente de forma continuada, es un aviso: el tiempo que nos queda de existencia es escaso. Y de buenas a primeras ,y en el contexto de ese halo prudente, nos sobreviene un impetuoso y persistente deseo de vivir lo más y mejor posiblelo más amplia y variadamente posible—; de hacer aquello que no hemos hecho, ni intentado, alguna vez pero que está dentro de nuestras posibilidades y que, una vez tras otra, hemos dejado escapar.
Nos formulamos el propósito, y a veces lo llevamos a cabo, de no perder ni un minuto más, de no perder ni una sola ocasión; de no dormir ni dormitar más que lo imprescindible, muchas veces por incontrolable; de tener los sentidos que se puedan tener lo más alerta posible, en una conciencia extensa que no se atreva a dar ni una sola cabezada; de bajar los dinteles de estimulación para esas sensibilidades que dejamos escapar sin saborear nada o lo suficiente.

Llegado ese momento, no nos importa tanto nuestra apariencia —aunque coquetamente no renunciamos a ella del todo— como nuestra funcionalidad. Necesitamos, para nuestros últimos días, la mayor practicidad posible de nuestro suprasistema neural, que a su vez necesita de otros sistemas o subsistemas que garanticen ese adecuado requerimiento. Precisamos unos procesos cerebrales — frescos, maduros, rápidos, flexibles y diletantes— que no se anclen en entretenimientos improductivos. Requerimos procesos de estructuras neuronales que hayan sido algunas veces poco evidenciadas o que no lo fueron nunca. Pedimos lo nuevo y lo antiguo, lo pasado, lo más pretérito aún y lo pasando. No exigimos del futuro más que positividadinmediatez y buen azar para concluir este proceso de neurogénesis y neuroplastia controlada final.

Aulo Pila




9/11/16

YOES AUTOCONSCIENTES




NOS PRESENTAMOS

¡Al fin estábamos solos! Nada y nadie habría de interrumpir la labor que nos habíamos propuesto: presentarnos.

La oscuridad de los días de nuestros tiempos y el silencio medioambiental que compartíamos sirvieron a nuestros yoes para vivir acurrucados. Tanto tiempo juntos, pero con numerosas diferencias, nos habían hecho lábiles a la intemperie del autoconocimiento compartido y por ello éramos unos desconocidos el uno para el otro.   
Pero, existiendo, un yo social y mundano adquirió el papel protagonista ante la cortedad de su álter ego  —intimo, tímido y reservado—. Ambos, habiendo coexistido en el mismo cerebro y, a veces, habiendo usado las mismas estancias y dependencias, jamás —hasta los últimos años de sus neurogénesis/neuroplastias — habían cruzado palabras.

Al fin ésto se acabó: Unos yoes fuertes, adecuadamente autoconscientes, no debían albergar líneas divisorias -- ni en la totalidad ni en las partes-- para incomunicarse.

Nos presentamos.

Aulo Pila





7/11/16

DESEAR MATA



LAS AUTORIDADES SANITARIAS DEBERIAN ADVERTIR QUE DESEAR MATA

Fumar puede matar. Eso dicen —para adecentar sus conciencias— las autoridades sanitarias. Y es cierto que el habito de fumar puede matar. Luego, un loor a esos dirigentes quienes con un celo altruista y saludable quieren preservar o promover el bienestar público.

Adecuadamente acomodado, en un lugar bien visible de la cajetilla , se observa el lema que lo indica: las autoridades advierten que fumar puede matar, o texto similar. Pero, lo que no advierten las autoridades —que siempre deberían ser sanitarias— es que vivir mata. Si, vivir en las situaciones en que muchos colectivos humanos viven y que a unos (a grupos de ellos o de nosotros) les mata la pobreza, a otros la abundancia y a otros —a los que mas— les mata el deseo.
Un deseo que se traduce en necesitar lo que no es preciso. En la necesidad de poseer unas pertenencias, de adquirir unos poderes inoperantes —que se nos despachan como pujantes— y de tener dinero para las exigencias. Adquisiciones de muebles, de inmuebles, de lujos, de pamplinas y de las voluntades de los otros.
Incluso se desea lo mas caro: una juventud atemporal, una existencia sabia y rizando el rizo —si es posible— una muerte inmortal

Bueno sería que las autoridades sanitarias buscasen sin recovecos un lugar donde poder imprimir que vivir con deseo mata. Entiéndase que semejante leyenda debe incluirse en cada uno de los formatos para solicitar dinero (variadas hipotecas), en cada uno de los anhelos que nos asaltan en el existir y como no —con el tiempo y la tecnociencia— en nuestros genomas.

Aulo Pila






4/11/16

HACER SIN HACER



EL ¨HACER SIN HACER ¨ VERSUS EL DESEO

El deseo es un anhelo vehemente de disfrute, una ansia de obtener ganancias placenteras —inmediatas o diferidas—, que lejos de ser una cualidad digna de admiración, es un autentico problema en la conducta del operar diario del ser vivo animal humano.

Cierto es que como seres vivos tenemos una prioritarias necesidades de cumplimientos automáticos y racionales derivados de nuestro estar y hacer en el mundo que nos ambienta. Cierto es también, que como seres vivos, una vez satisfechas esas necesidades primarias, aparecerán otras secundarias, terciarias... Y cierto es que dichas necesidades están matizadas por la emoción. Pero cuando lo emocional sobrepasa la motivación real, por innecesaria, caemos en una necesidad anhelante —vehemente— que nos angustia en el camino a su consecución y que, lejos de procurar nuestro bienestar homeostático/homeorrésico, nos convierte en presas de la frustración.

Algunos humanos consiguen subsanar esta casi deriva evolutiva de la conducta mediante andamiajes del propio pensamiento que les ayudan a luchar en esa guerra del operar existencial: de la necesidad y el deseo.
Lo que se ha dado en llamar hacer sin hacer es la acción sosegada y diestra que nos permite atender a la necesidad, sea primaria o no, sin permitir que lo emocional desborde lo racional.  Ello nos inmuniza, de forma dinámica, contra el mal del deseo

Aulo Pila