30/8/23

MIEDO, PRISA, DESEO Y MULTITUD

 


Sin miedo, sin prisa, sin deseo y, si es preciso, en soledad: 

Cuatro pilotes para cimentar una reforma estructural fuerte 

 

A veces, la propiedad intelectual se asienta sobre unos terrenos complejos desde el punto de vista de una reconstrucción. Puede que las estancias para el existenciar se hallen edificadas sobre unos aposentos previos, de otras épocas, que tuvieron un valor notable o inadecuado y que conservan esa estructura en el momento de reparar. Puede, también, que las nuevas estancias pretendidas se ubiquen sobre espacios en ruinas o en escombreras.  

En ambos casos, una reforma estructural de la propiedad requiere buscar pilares y/o pilotes para la nueva edificación.  

 

En el primero de los casos, la arquitectura sobreviviente puede posibilitar un uso aprovechable, más la mayoría de las veces se requerirán espacios modernos adaptados a nuevos tiempos, ante lo vetusto de aquella. En el segundo caso, lo nuevo se impone, pues de lo viejo no queda un útil y reciclable material. En uno y otro caso, habrá que recurrir a pilares y/o pilotes que aseguren la reforma.  

La propiedad, intelectual, se ve doblemente necesitada: de espacios nuevos y/o de reforzamiento de los viejos, junto con una seguridad demostrada para no construir sobre escombros o sobre errores de construcciones anteriores.   

Ante esta doble necesidad, lo mejor es el pilote ya que buscando terreno firme proporciona un garante.   

 

Son causas de derrumbes o de inadecuadas reestructuras neuroplásticas estos cuatro factores: el miedo, la prisa, el deseo y la multitud (la muchedumbre).  


  • El miedo viene de la percepción de elementos de peligro multifactorial, de cualquier tiempo de vida, que el organismo acomete con una alerta ad hoc – de la mano del sistema nervioso– por la que estrés homeostático puede derivar a ansiedad y fobia. Una respuesta del cerebro primario, de la amígdala, que después se independiza bajo lo racional o bajo lo irracional-emocional.    Pues bien, este miedo somete a la acción, aunque no menos que la contención que origina la esperanza, de una manera coercitiva hasta el punto de deslucir el ser.  
  • La prisa. Una prisa que viene de la mano del miedo y del deseo, sin ser represiva, y que se traduce por una falta de sosiego y unos resultados inadecuados del operar.  
  • El deseo, que aspira, que ansía, que anhela, que pretende, que se encapricha y antoja, que se apasiona e interesa ambiciosamente por necesidades que no lo son (por no ser requisitos primarios per se o por la circunstancialidad del deseante). Un deseo que mata.   
  • La multitud, la muchedumbre, que impide la soledad como condición humana de autonomía y satisfacción o que complica la simplicidad operativa de lo ajustado.  


Luego, me hicieron falta cuatro pilotes para cimentar una reforma estructural, neuroplástica, fuerte: despojarme del miedo, obrar sin prisa, analizar los deseos de necesidades que no lo son ,y, por último, la aceptación equilibrada de la soledad como un autócrata satisfecho.  




Aulo Pila

29/8/23

DISONANCIA


 

La disonancia ante la autoimagen del espejo 

 

La disonancia a que me refiero es la falta de conformidad con la proporcionalidad antropométrica que naturalmente se puede (o se debe) tener.   

El sistema nervioso, ante el espejo, desarrolla una autoimagen mezcla de la física natural propia y de la física natural o sintética ajena mediante el deseo.  

 

Las connotaciones variadas que llevan a esa disonancia exceden con mucho a la reflexión que me dispongo a realizar. Me interesa aquí resaltar la conducta negativa que se deriva de esa desavenencia y la implicación en la misma de una dimensión no medible.   

El sistema nervioso va tallando una autoimagen deseada que el humano con espejo realiza en su memoria antropométrica, y de todas las variaciones posibles va reteniendo las que estando a su alcance le proporcionan un mayor bienestar ante lo especular.  

Pero, además de los deseos morfológicos que anhela y combate en tres dimensiones, existe un deseo cuatridimensional, la temporal e ideal (suprasensible) que se identifica con la edad y con el dolor ante el envejecimiento.  

Este deseo cuatridimensional trastorna la autoestima y es un magnífico fertilizante para el comercio con las emociones.  



Aulo Pila