4/12/16

CIENCIA INFUSA



DE LA NECESIDAD DEL CONOCIMIENTO Y DE LA CIENCIA INFUSA

             
Algunos entienden por ciencia infusa un conocimiento no adquirido con el estudio y el aprendizaje; un conocimiento que la mayoría de los humanos que se han planteado esta cuestión han atribuido a factores sobrenaturales.

Hasta hace poco, por ciencia infusa se juzgaba la noción escolástica, metafísica, de un conocimiento que un dios, a modo de hábito, comunicaba al alma humana sin que interviniese la percepción —creencia ésta que el materialismo filosófico apeó de determinados sectores humanos que empezaron a prescindir del espiritualismo—. Así, el materialismo decide acabar con el dual cuerpo-mente y deja una senda abierta al cientificismo —mediante la neurología— y a la especulación, en tanto se neurologiza, —mediante la neurofilosofía.

Pues bien, con dichas herramientas (con la neurosofía —la neurología y la neurofilosofía—) reflexiono sobre dos posibilidades para este añejo concepto de ciencia infusa. Por un lado, el hecho de que la ciencia infusa como creencia pudiera tener una base científica, ya que intuyo, sobre indicios, que todo aquello que la humanidad conoce o cree a lo largo de sus millones de años de existencia es siempre físico y de explicación científica (haya la ciencia afinado sus pertrechos probatorios, o no, en cada caso). Así, la infusión del conocimiento podría deberse a la trasmisión de una de las tres memorias biocarbonadas: la genética —son las otras dos la memoria neuronal y la inmunológica—. Por otro lado, considerando la base científica de la posibilidad expuesta, cabe además la conjetura de que los humanos puedan ofrecer ciencia infusa mediante la ingeniería genética y la ingeniería informática en un futuro que casi ya es.

No habrá que perder el tiempo con esta segunda suerte, ya que el saber no, pero el conocer ocupa tiempo y lugar, y no hay tanto del uno ni del otro.


Aulo Pila






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