15/12/16

SUBJETIVIDAD PERDIDA

LA MISMIDAD PERDIDA


Nosotros —como sujetos enfrentados a un mundo externo (como singulares pensadores o sentidores) separados de lo forastero en la medida que nuestra supuesta intimidad emancipada nos lo permite y como un todo ensimismableperdemos nuestra subjetividad en favor de la objetividad subjetivada del Otro. Y eso viene a ocurrir cuando abrimos de par en par nuestro cerebro para que el Otro lo observe.  

Es la inteligencia el único arma que tiene el homo —formando partes de ella el saber administrar el conocimiento, el pensamiento y el saber conducirse por la vida—. Pues bien, para este saber comportarse en la existencia —para la prudencia— es fundamental, por necesario, que el Otro solo nos conozca lo indispensable para una adecuada relación social, ya que —cuando abrimos de par en par nuestro pensar— puede conocer nuestra mejor defensa: la mismidad.

Descuidamos esta identidad personal cuando la compartimos con el Otro. Cuando descubrimos —a un médico, a un psicólogo, a un sacerdote, a un abogado, a un juez, a una persona amada o a la red— la esencia de nosotros mismos. Esa esencia, nuestra mayor herramienta intelectual, deja de ser de exclusividad propia y pasa a ser información del Otro que ,haciendo uso de una presunta objetividad que siempre está subjetivada, intenta trastocar o enjuiciar nuestra conducta con un sistema ajeno de valores que ni es tan válido y ni tan siquiera ejercita.

La mismidad es la que nos hace ser y subjetivar. Y eso no se comparte.


Aulo Pila





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