4/12/16

MORIRSE







MORIR NO ES EL PROBLEMA; LO INADECUADO ES  MORIRSE
Yo quiero morir como mi perro

Morir es acabar de vivir y no se puede precaver; así está dispuesto, sin remedio, en la naturaleza. Pero lo que se puede subsanar es morirse sufriendo —cuando no se quiere — por ser algo tan reflexivo. 

Algunos humanos han comprendido, al fin, que los animales de compañía no deben sufrir el morirse solos —cuando les llega la hora— y les duermen; incluso en los mataderos se exige un sacrificio del ganado “propio de gentes civilizadas”. Sin embargo, para esos mismos humanos —llegada su hora— se argumentan derechos y deberes —ajenos al moribundo—, creencias —que le son impropias—, cartas magnas — fundamentadas en el mundo crédulo de las ideas— y un sin fin de normas — acientíficaspara no dormirlos; y se han de ir —morirse— en la máxima reflexión del verbo: despiertos.

Algunos sujetos tienen un regalo del azar y fallecen de repente, accidentalmente; otros expiran de manera rápida por la evolución genética y/o epigenética que degenera sus estructuras vitales hasta un desenlace agudo; y finalmente, algunos — muchos— se mueren lentamente —por la evolución subaguda o crónica del proceso que le conduce hasta el trance.

Algunos animales tienen el amparo humano para morir; otros animales —los humanos— sufren el abandono de su propia especie.


Aulo Pila




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